jueves, junio 04, 2009

El Mundo desde el aire




Mi anterior trabajo me dió la oportunidad de conocer Mundo, volando de una ciudad a otra, recorriendo Europa y realizando alguna que otra incursión en Asia y América. Recuerdo que durante mis escapadas sufría una tortícolis bastante puñetera, que acumulaba escudriñando permanentemente Tierra Mar y Aire durante los vuelos.

Mirar durante dos horas o más por la ventanilla de un avión puede ser un suplicio, pero la recompensa es extraordinaria. ¡Cuantas veces he pensado que en los aviones deberían instalarse los asientos de cara a las ventanillas!

Durante una época, si volaba por España me llevaba las cartas VFR 1:500.000 que publica AENA para poder seguir el trayecto. Era un buen engorro, sobre todo para el pasajero de al lado, porque las cartas son como edredones de 150. Todavía no me explico cómo pueden los pilotos de avioneta lidiar con ellas en las minúsculas cabinas de la aviación ligera.

Ahora la técnica es otra. Saco fotos, y luego busco en GoogleEarth la misma imagen, para ver por dónde he pasado. Es en diferido, pero lo disfruto igual.

He volado recientemtente, y esta vez he buscado en Google dos formaciones que siempre me han llamado la atención.

Torcas de Palancares

(pincha en las fotos para ampliar)

En la foto se pueden apreciar las llamadas "Torcas" de Palancares. Se encuentran a veinte kilómetros de Cuenca y cerca del pueblo de Mohorte. Son enormes depresiones de entre treinta y quinientos metros de diámetro en terreno calcáreo. Los procesos geológicos que originaron su formación comenzaron en el periodo Turonense hace aproximadamente 80 millones de años por la acción de aguas carbónicas en las rocas calizas muy solubles. Un clima favorable y corrientes subterráneas ocasionaron los hundimientos del terreno.
Sigue este enlace para saber más.


En la imagen se aprecia el embalse de Buendía, extendiéndose de norte a sur. El 737-800 volaba en rumbo oeste para empezar la aproximación a Barajas pocos minutos después. El embalse limita al oeste con una Sierra, de la que podéis apreciar otra foto a continuación.

Como curiosidad, la central nuclear de Zorita que tanto aparece en la prensa últimamente está a tan sólo 15 kms de aquí.

Escapar
Contemplando este paisaje, me daban ganas de bajarme del avión y perderme por los caminos, para poder saborear con lentitud la inmensidad que desfilaba ante mí sin poder retenerla. Para huír del mundo con prisas. Para recorrer la Tierra empleando días en vez de horas. Para percibir que el Mundo es grande y no pequeño como se revela ante nuestros ojos cuando se le contempla desde 10 kilómetros de altura.

Para comprender, si es que es posible, cómo los Seres Humanos, que estaban ahí debajo, por miles, tan pequeñitos que nos los podía ni ver, son capaces de obrar transformaciones tan descomunales en su entorno.

Por un momento me siento desconectado de mi propia realidad. Ojeo la prensa, que habla de guerras, economía y personajes diversos. Es ciencia ficción. Diría que son cuentos imaginarios de seres invisibles que parecen no existir cuando se les busca desde una altura bastante ridícula. Pero están ahí, palpitando, pensando, actuando, moviéndose...

Y de repente el avión se sumerje, abandonando el aire en busca del suelo. Cambia la escala por momentos. Ahora veo casas, carreteras y vehículos. Ya no contemplo ni la sierra, ni el pantano. Han pasado a ser conceptos que ya sólo puedo imaginar en abstracto, en un mapa. ¿Existirán de verdad o son ciencia ficción?
Vuelvo a ser yo, me materializo de nuevo en la hormiguita que soy. Y ahora, me toca a mí palpitar, pensar, actuar, moverme, transformar mi entorno, vivir mis guerras, y aportar mi mejor granito de arena a la transformación descomunal de lo que me rodea.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡Es muy buena idea!!! de hecho a mi me pasa lo mismo cuando vuelo, lo de la torticolis y lo de no saber exactamente por dónde paso, preguntarse que cordillera es esta o aquella...

Monmr dijo...

Bueno, me alegra saber que no soy el único que se pasa mirando por la ventanilla del avión desde que posa el trasero en el asiento hasta que lo levanta, intentando descifrar que es lo que tiene debajo. Vuelo bastante entre Madrid y Asturias, y cuando las nubes lo permiten, es una pasada ver la sierra de Madrid e identificar Torrelaguna, Colmenar Viejo o Miraflores de la Sierra; Segovia; Valladolid, fácilmente indetificable al ver el Pisuerga atravesando la ciudad y desembocando en el Duero, que transcurre más al sur de Valladolid, y el campo de Villanubla al Norte; la A-6; las nuevas vías del AVE; la N-601; Leon, con el campo de la Virgen del Camino al Oeste; el Pantano de Barrios de Luna con la AP-66 por ahí; y la aproximación a LEAS (Oviedo, Gijon, Avilés)... Y en otras rutas, también intento identificar ríos, ciudades y carreteras...es fácil teniendo un poco de sentido de la orientación y poniéndole un poco de interés. Y todo esto, mientras el resto del pasaje viaja completamente indiferente a lo que tiene debajo, como quien va en metro. Para mi, lo más bonito de viajar en avión es, sin duda, la perpectiva que se tiene de lo que hay debajo. Así que yo también me apunto a la torticolis. Saludos.